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Recuento de la crisis más avisada


Manuel Quiterio Cedeño

PARÍS. De paso por Madrid y Roma en enero pasado recién concluido el Foro de Davos que reúne a los más sabios en temas económicos, reporté a mis lectores que uno de los temas de los grandes diarios europeos era la magnitud de la anunciada crisis financiera de los Estados Unidos y su posible impacto en la economía mundial.
Algunas de las opiniones de los expertos reunidos en Davos que cité fueron las siguientes: “Nouriel Roubini, el profesor de la Universidad de Nueva York que anticipó, en Davos en el 2007, la tempestad que se avecinaba en la economía de los EUA, esta vez pronosticó que habrá una grave recesión en su país en el 2008.
El director del FMI, Dominique Strauss, pidió a los EUA dar una respuesta seria a la situación.
Yasuo Fukuda, primer ministro japonés, dijo que no debemos tener una visión extremadamente pesimista, pero necesitamos actuar con sentido de urgencia.
El presidente del BID, Luis Moreno, advirtió que el 2008 será marcado por las turbulencias”.
Han transcurrido 8 meses y nuevamente de paso por España y Francia aprovechando el VI Foro Iberoamericano sobre Estrategias de Comunicación, encuentro que la crisis ha pasado de pequeños espacios a noticia principal.
Le Monde, el emblemático diario francés, esta semana le ha dedicado en cada edición varias páginas, al igual que otros grandes diarios de España, Italia, Inglaterra y Francia.
Los vaticinios de enero se han cumplido.
¿Por qué no se escucharon las advertencias de los expertos?
Debe responder, principalmente, el gobierno de los EUA a quien el director del FMI reclamó una “respuesta seria”.
En aquella ocasión los mandatarios de Alemania, Italia, Francia y España, se reunieron para coordinar sus acciones.
Pero las ideas de aquellos días se quedaron en la gaveta, porque aquí hace meses la crisis dejó de ser una posibilidad para convertirse en realidad, y los diarios reflejan los desacuerdos de los líderes europeos.
El primer resultado es la enorme erosión de la credibilidad de los bancos y de las evaluadoras de riesgo, tan aceptadas en nuestro país. También, está menguada la autoridad moral de las economías desarrolladas para dar “consejos” sobre economía a países como la República Dominicana.
Ahora desde París repito la misma pregunta que hice en enero pasado desde Madrid: ¿y nuestros líderes y autoridades, qué dicen?

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