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Le toca el turno al ministro

Manuel Quiterio Cedeño

MIAMI. Muchas veces desde lejos y en el silencio, la reflexión es más certera. A veces se viaja para poner distancia de las preocupaciones y hacer espacio en el pensamiento para que fluyan las buenas ideas.
Con ese propósito tomé el avión, pero el destino me jugó una mala pasada y me tocó de compañero de viaje un puertoplateño, que venía de pasar una breve temporada de vacaciones y regresaba a Estados Unidos.
Me sorprendió diciéndome que leía en Internet mis artículos y consideraba atinadas mis observaciones sobre Puerto Plata. Al final, la despedida fue una petición: “sigue escribiendo sobre Puerto Plata, quizás antes de que sea muy tarde encuentres quien te escuche”;  reclamo que me obliga a volver sobre el tema “Puerto Plata” y olvidar el propósito de olvidar por unos días  los problemas del país.
El primer problema de Puerto Plata, como bien dice cada vez Arturo Villanueva, son los puertoplateños, que no se ponen de acuerdo y gente influyente, algunos pocos “empresarios” y otros funcionarios, tarados, irresponsables, incapaces de ver más allá de sus narices y pensar en algo más que en sus insaciables bolsillos.
Gente que no se ha dado cuenta todavía de que Puerto Plata, por el rumbo que va, está por llegar al punto que no tiene regreso.
A partir del 2000, la llegada de turistas se ha desplomado y de los 785 mil que recibimos, nos quedamos en 481 mil en el 2009. En la década de los noventa la participación de Puerto Plata en el mercado turístico medido por las llegadas de turistas estuvo por encima del 31%. En el 2000 fue de un 31.9% y a partir de ese momento se desliza por el abismo hasta llegar al 14% en el 2009. En el primer semestre del 2010 la participación quedó en un 12.7%.
Es una situación muy crítica, frente a la que no caben paños tibios ni los anuncios para consumo de prensa, de acciones que de antemano se  sabe que no atacan los males reales. Es un complejo problema, que demanda la intervención en el más alto nivel, el ministro de Turismo, que ostenta el  liderazgo institucional que en este caso no tiene contrapartida porque Puerto Plata carece de un liderazgo privado motivante, capaz de unificar.
También, porque el equipo local del Ministerio de Turismo ha sido un fracaso, y los funcionarios municipales y los de otros ministerios carecen de condiciones y credibilidad para movilizar la comunidad.
La agenda de Puerto Plata es hoy el principal tema de la agenda del Ministro, no del Ministerio de Turismo. Con cambios de enroque se puede evitar la quiebra final.
Manuel Quiterio Cedeño es periodista

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