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Envidia, pena, vergüenza…

Manuel Quiterio Cedeño

Cádiz, España. Esta es la ciudad más antigua de Europa, fundada por  los fenicios en el año 1100 antes de Cristo. En su parte más vieja quedan los rastros de su pasado cartaginés, romano, visigodo y musulmán.
El casco antiguo, que corresponde a lo que fue la ciudad amurallada, ofrece al visitante un ambiente encantador con sus calles estrechas empedradas, sus balcones,  sus añejos edificios, restaurantes y la calidez de sus gentes, herederos de la tradición cosmopolita y liberal de un puerto marino por el que llegaron a España las influencias de un mundo diverso y ajeno.
Es una de las ciudades emblemáticas de Andalucía, y quizás para recordar sus vínculos históricos con América, los inigualables anfitriones andaluces, escogieron la Universidad de Cádiz para el encuentro 2010 del Foro Iberoamericano sobre Estrategias de Comunicación (FISEC).  Este puerto milenario, que hoy exhibe con orgullo aires de modernidad, fue un punto clave en la aventura de la conquista de América. Cristóbal Colón y muchos de los que siguieron sus andanzas usaron esta puerta de salida. Por eso aquí los dominicanos nos encontramos con nuestra historia  y muchas cosas no son familiares.
Pero para ciudadano de Santo Domingo, una de las características de la estructura urbana del Cádiz de hoy que de inmediato llama la atención, es su atractivo malecón, los cuidados espacios públicos, la limpieza y el ordenado tránsito de los vehículos. El malecón y las avenidas Duque de Nájera, Campos del Sur y Fernández Ladrera constituyen uno de los conjuntos más destacados.
El malecón es limpio, con sus  infraestructuras cuidadas, en su entorno abundan hoteles y restaurantes, en algunos puntos tiene amplias playas de arena y en las tardes acuden miles de personas a caminar y disfrutar de la puesta del sol. En algunos trechos la acera es ancha, en otros estrecha, pero todo está cuidado y en orden. A pesar de que se parquean cientos de autos y la usan varias rutas de autobuses (que respetan las paradas establecidas) no es una vía  llena de camiones ni contaminada con el humo de los vehículos.
Cádiz –con sus 150 mil habitantes– es una ciudad turística que aprovecha al máximo su historia, sus tradiciones musicales, su rica gastronomía, su sol, su vida cultural y un dinamismo social.
¡Qué envidia! Sentimientos encontrados, pena, vergüenza ajena, disgusto… quizás sólo sea uno de los tantos  ciudadanos ofendidos por la ineptitud de quienes dirigen (¿o destruyen?) mi ciudad, un hermoso lugar en el Caribe, digno de mejor suerte.

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