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La CEPAL considera el turismo un sector fundamental que debe ser priorizado económica y estratégicamente

Manuel Quiterio Cedeño

En estos días en que desde instancias gubernamentales se lanzan ataques para desmeritar el turismo, quiero compartir algunas de las ideas  de la Comisión Económica de la ONU para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su documento “La República Dominicana en 2030: hacia una nación cohesionada”, un estudio del 2008 elaborado para el Gobierno, cuya presentación la firma nuestro actual Ministro de Economía, Temístocles Montás.
A continuación un resumen de estas reflexiones citando el texto original del capítulo titulado “En busca de una especialización internacional eficiente”.

El sector de servicios, encabezado por el turismo, es actualmente el de mayor peso y dinamismo externo en la República Dominicana y los diversos escenarios planteados indican que continuará con este desempeño. Por ello es fundamental dar prioridad a dicho sector, desde una perspectiva macroeconómica y estratégica, y particularmente al sector turístico y sus actividades afines. Desde mediados de los años setenta el turismo cuenta con una ley y una Secretaría de Estado encargada de fomentar el desarrollo de la actividad en el país, lo que constituye ya una plataforma institucional que puede ser sustancialmente potenciada.
Con respecto a las zonas francas y el turismo, las propuestas se encaminan a tomar la medidas necesarias para fomentar su escalamiento en el mercado internacional, es decir, a integrarse a segmentos de mayor valor agregado con efectos positivos en los productos, procesos y en otras variables como calidad de empleo, curvas de aprendizaje y competencia de las actividades que actualmente se realizan.
En los años setenta el turismo recibió el apoyo oficial al amparo de la ley de 1973. En los años ochenta, al igual que las zonas francas, recibió un trato privilegiado en materia cambiaria. Si bien a inicios de los años noventa la reforma tributaria eliminó todas las exenciones tributarias del sector, estas fueron nuevamente introducidas a partir de 2001. Por su parte, en la década actual, el turismo se ha constituido en la principal fuente de divisas netas en la balanza de pagos del país. Igualmente, el turismo es el sector que parece mejor posicionado para generar mecanismos de arrastre con otros sectores de la economía dominicana, tales como la agricultura, la producción de bienes tradicionales y artesanales, la creación de infraestructura y comunicaciones y, por tanto, para impulsar la creación de empleos. Esta actividad también posee grandes posibilidades de coordinación con las políticas de cohesión territorial.
El ingreso de divisas producido tanto como el número de empleos directos e indirectos creados por el turismo han crecido ininterrumpidamente en las últimas tres décadas en la República Dominicana. Solo entre 1990 y 2007 el valor global de sus ingresos en dólares se multiplicó por un factor de casi cinco veces y el empleo total casi se duplicó. La información disponible indica, además, que el efecto multiplicador de esta actividad se incrementó, pues mientras que, entre 1980 y 1995, por cada empleo directo se creaban dos indirectos, en los años subsiguientes esa relación escaló a 2,5.
Considerando que el turismo se ha convertido desde finales de los años noventa —y ante la baja de la dinámica de las zonas francas— en el principal sector con superávit de la balanza de pagos, el sector requiere instituciones de apoyo, financiamiento y una mayor presencia estratégica en los sectores público y privado de la República Dominicana. Su aporte actual a la economía y la sociedad en términos de inserción externa competitiva y de empleo ya es fundamental.
Los escenarios sectoriales y del sector externo elaborados hacia 2030 para este estudio confirman la enorme capacidad real y potencial de integración del sector agropecuario a la demanda del sector turismo: la economía nacional actualmente llega a proveer el 28,6% de las frutas, el 13,4% de los abarrotes y un 16,1% de las carnes consumidas por el sector hotelero. Se asume —aunque no existe mayor información al respecto— que el sector manufacturero nacional tiene diversos encadenamientos y un importante potencial en rubros como muebles, infraestructura, reparación de equipo y diversos servicios. Es por tanto apremiante crear un programa específico para mejorar y profundizar los vínculos y el suministro del sector agropecuario al hotelero. Aquí, de nuevo, podrían desencadenarse efectos positivos para la producción y el empleo del agro.
El desarrollo del turismo en la República Dominicana consolidó en los últimos 10 años un patrón de negocios altamente concentrado en un número reducido de operadores de viajes, aerolíneas y canales de distribución, que ejercen un fuerte control sobre las perspectivas de la actividad y con frecuencia da lugar a prácticas anticompetitivas. La integración vertical de los negocios turísticos es otro factor que afecta el desarrollo del sector en la República Dominicana, que como destino es parte de una cadena de valor de las empresas que persigue reducir la pérdida de sus utilidades limitando las “fugas” hacia terceros. Las corporaciones turísticas que tienen sus propias agencias de viajes, líneas aéreas y hoteles captan un porcentaje elevado del gasto erogado por cada turista, que no ingresa al país.
En el horizonte de la nueva etapa de desarrollo de la República Dominicana, resulta indispensable pensar estratégicamente una nueva organización de la actividad turística, de manera que compatibilice los intereses de todos los operadores internacionales con un mayor derrame interno y un incremento del valor agregado local.
Aunque se considera que en los próximos años aún habrá demanda del tipo servicios turísticos que hoy son dominantes en la República Dominicana, también se estima que una porción significativa de turistas está buscando otros tipos de productos, como el turismo sostenible y ecológico, el cultural, de salud, de cruceros o el deportivo, entre otros. Es indispensable establecer estrategias y programas activos destinados a captar estos segmentos de la demanda internacional. El diseño de dichas estrategias tendrá que incorporar, por necesidad, las correspondientes previsiones en materia de infraestructura física, humana e institucional.
A corto y mediano plazo, la industria turística dominicana debe continuar extrayendo valor y beneficios de la organización turística del modelo “todo incluido”, sobre cuya base sigue descansando en una alta proporción. Como país, la República Dominicana debe desarrollar una estrategia integral a largo plazo que propicie un escalamiento de su actual modelo de organización sectorial, incluida la prevención de turbulencias inesperadas y la creación de dispositivos de respuesta rápida a la creciente competencia de otros destinos turísticos.
Por último, pero no por ello menos importante, la estrategia para hacer más eficiente y competitiva la inserción de la República Dominicana en el mercado mundial propone emprender actividades encaminadas a ampliar la diversificación de su comercio exterior. Las tendencias de sus corrientes de exportación e importación revelan que en la presente década China y Haití —dos economías tan distantes y tan distintas— están cobrando una importancia creciente como socios comerciales. En consecuencia, se sugiere asumir estas realidades comerciales e incorporarlas en la estrategia comercial a mediano y largo plazo de la República Dominicana.

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