Back

Unas palabras por Michel

Muchos amigos y relacionados me han preguntado por qué insisto en el Caso Canoa y le dedico mis artículos a dar seguimiento al tema. Familiares incluso me han expresado preocupación por el riesgo -que a su entender conlleva para mí y los míos- enfrentar gente de este pelaje. La principal razón de la insistencia es la aceptación de una realidad: no tengo poder para resolver los achaques de esta sociedad, pero eso no me libera de responsabilidad.

Creo que lanzarse contra todo, es una forma de no hacer nada, y en consecuencia el primer compromiso de cada persona es contribuir a la solución de lo que está en su entorno, de esas pequeñas cosas que están a su alcance, en su limitado ámbito de poder.

Así, un día asqueado por la podredumbre que corroe el ámbito de lo público, y preocupado por el manejo irresponsable de los recursos naturales, me encontré con personas de Sosúa y Cabarete empeñados en confrontar la corrupción de su región y denunciar a los depredadores ambientales disfrazados de “inversionistas” y sus cómplices.

Me sumé a ellos y les aporto lo que mejor puedo hacer que es escribir y utilizar mi acceso a los medios de comunicación para convertir su esfuerzo por Cabarete y el país, en un hecho ampliamente conocido merecedor de respeto y solidaridad.

Supongo que sin su disposición a defender su comunidad, Gabriel Mora (Canoa) seguiría depredando los recursos del Distrito Municipal Cabarete, los extranjeros promotores de la prostitución como “producto” turístico no habrían sido deportados, y las dunas del litoral y los ríos de la zona serían borrados por granceros irresponsables.

Tampoco conoceríamos la catadura de quienes se disfrazan de jueces para impartir “justicia” en Puerto Plata, o de quienes usan las influencias de una brillante carrera pasada en la judicatura, para defender escorias tras bastidores.

Estas reflexiones vienen al caso ahora que de fuentes ciertas llega la noticia de que corruptos y depredadores ambientales se apandillan y conspiran para desacreditar a Michel Gay-Crosier, por el lado que más le debe doler que es presentarlo ante el país como un irresponsable cuyo pequeño hotel contamina la laguna de Cabarete vertiendo en ellas las aguas servidas.

Nunca he preguntado a Michel, por qué dejó su organizado país, Suiza, para echar raíces en Cabarete, y por qué dedica tiempo y recursos en estos afanes, en vez centrarse en producir dinero. No sé por qué lo hace, sólo sé que dedica energías a la agenda que debería ocuparnos a quienes -por origen- debe dolernos esta tierra. Su afán es digno de imitar y ante las amenazas que recibe, incluso de eliminarlo, merece nuestra solidaridad. ¡Ahora con más convicción, seguiré escribiendo para animar a otros!
Por Manuel Quiterio Cedeño

 

No es permitido copiar el contenido de este portal.