Un toque ético al turismo
Sobre el recién celebrado seminario de la Organización Mundial del Turismo (OMT) hay mucho que comentar. Sus temas principales fueron la gestión del componente cultural de los destinos y la conectividad aérea, pero la visita del secretario general de la organización, Taleb Rifai, fue aprovechada para promover el compromiso con el “Código Mundial de Ética del Turismo”.
El Ministerio de Turismo y 16 asociaciones y empresas turísticas firmaron el código como expresión de compromiso con sus postulados que promueve el desarrollo sostenible de la industria y asume los más altos valores de la sociedad.
La simbólica firma tuvo lugar previo a la cena ofrecida en las Ruinas de San Francisco, de la Ciudad Colonial, a los participantes en el seminario patrocinado por la OMT y auspiciado por el Ministerio de Turismo.
El artículo primero del código se refiere a la “comprensión y la promoción de los valores éticos comunes de la humanidad, en un espíritu de tolerancia y respeto de la diversidad de las creencias religiosas, filosóficas y morales son, a la vez, fundamento y consecuencia de un turismo responsable”.
Plantea la obligación de los agentes del desarrollo turístico y de los propios turistas de prestar atención “a las tradiciones y prácticas sociales y culturales de todos los pueblos, incluso a las de las minorías nacionales y de las poblaciones autóctonas”. Señala además que las actividades turísticas “se organizarán en armonía con las peculiaridades y tradiciones de las regiones y países receptores, y con respeto ya sus leyes y costumbres”.
El código además responsabiliza a las comunidades receptoras y a los profesionales de conocer y a respetar a los turistas que las visitan, “a informarse sobre su forma de vida, sus gustos y sus expectativas”, y ser hospitalarios.
Igualmente precisa en su artículo tres que todos los agentes del desarrollo turístico “tienen el deber de salvaguardar el medio ambiente y los recursos naturales”, para asegurar “un crecimiento económico saneado, constante y sostenible”, capaz de “satisfacer equitativamente las necesidades y aspiraciones de las generaciones presentes y futuras”.
El artículo cuatro destaca que las políticas deben respetar el “patrimonio artístico, arqueológico y cultural, que deben proteger y transmitir a las generaciones futuras.
Se concederá particular atención a la protección y a la rehabilitación de los monumentos, santuarios y museos, así como de los lugares de interés histórico o arqueológico”, que deben estar abiertos al turismo.
El código es amplio y abarca muchos temas más de los que señalo para ilustrar su profundo sentido social.
La firma del documento debe trascender lo protocolar, y es de esperar que las entidades comprometidas asuman y promuevan sus postulados. Nuestro turismo se enriquecerá dándole a su cotidianidad un sentido ético.
El código responsabiliza a las comunidades receptoras a respetar a los turistas que las visitan”.
Por Manuel Quiterio Cedeño