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Un decenio de pérdidas económicas y de estricta seguridad

Así lo señala el servicio de noticias de Hosteltur: “Ni el mundo ni el sector turístico volvieron a ser los mismos tras los ataques terroristas del 11-S, de los que se cumplen 10 años. Aquellos atentados iniciaron una serie de acontecimientos en cadena, cuyas consecuencias perduran hasta el día de hoy”.
Después de los atentados del 11 de Septiembre de 2001 en Nueva York, sostiene el boletín turístico español, la obsesión por la seguridad cambió para siempre el transporte aéreo. Hoy en día, volar significa controles, colas, chequeos, arcos detectores, escáneres corporales, más colas…
Las propias compañías aéreas reconocen que transitar por un aeropuerto se ha convertido en una experiencia desagradable, aunque la mayoría de pasajeros lo acepta con estoicismo.

Seguridad y riqueza

“Los controles de seguridad han influido en el modo de viajar y han generado muchas incomodidades. Cosas que eran inconcebibles antes de 11-S ahora las vemos como si fueran algo normal”, dice Taleb Rifai, secretario general de la Organización Mundial del Turismo.
Pero en todo caso, añade Rifai, estas barreras a la hora de viajar levantadas tras el 11-S siguen siendo un reto a superar, pues no debe olvidarse la importancia del turismo como generador de riqueza.
El despliegue masivo de sistemas de seguridad ha significado mayores costes económicos que han encarecido el transporte, a través de las tasas aeroportuarias.
La obsesión por la seguridad también tiene una cara menos visible: el almacenamiento de datos personales de los pasajeros (lo que ha originado más de un enfrentamiento entre la UE y EEUU por la vulneración del derecho a la privacidad); las miles de cámaras que recogen y graban nuestros movimientos por calles, aeropuertos y estaciones de tren, etc.

En el punto de mira

Además, sostiene Hosteltur, en los años que siguieron al 11-S llegaron más ataques perpetrados por las franquicias de Al Qaeda repartidas por todo el mundo. Con un matiz inquietante: a partir de entonces los turistas occidentales pasaron a estar en el punto de mira de los terroristas.
Toda esta cadena de atentados ha alterado los flujos turísticos internacionales durante los últimos diez años. Y a pesar de que la mayoría de destinos han logrado recuperarse tras haber sufrido ataques (incluida la propia ciudad de Nueva York), las pérdidas económicas son incalculables.
La última década también ha visto dos guerras en Oriente Medio, Afganistán e Irak. Este último conflicto sobre todo ha contribuido a encarecer el precio del petróleo. Las grandes perjudicadas, las aerolíneas.

El mercado EEUU

Otro aspecto a tener en cuenta es la evolución del mercado emisor de EEUU, que tras el 11-S se contrajo y desde entonces no ha recuperado los volúmenes previos a los atentados.
Por ejemplo, en el año 2000 llegaron a España 1,15 millones de turistas estadounidenses. En 2002, la cifra se había reducido a 903.000 visitantes, y en el año 2005 cayó hasta los 883.000 viajeros. El año pasado, nuestro país recibió 1,13 millones de turistas procedentes de EEUU.
Lo cierto es que el turismo ha tenido que afrontar en la última década un gran número de “acontecimientos trágicos” que han puesto a prueba su capacidad de resistencia, recuerda Taleb Rifai, secretario general de la OMT.

Crecimiento

A los atentados del 11-S y todos los demás ataques terroristas se unió la epidemia del SARS en 2003, la pandemia de la gripe A en 2009 y un rosario de catástrofes naturales, “rematado con la peor crisis económica que conoce el mundo desde hace 70 años”, recuerda Rifai.
“Y a pesar de todo, el turismo ha continuado creciendo a un ritmo vertiginoso. Si en el año 2000 se contabilizaron 480 millones de turistas internacionales, el año 2010 se cerró con 940 millones. En una década casi se ha doblado el turismo global, lo que demuestra que los viajes están plenamente incorporados en la sociedad actual”, concluye el secretario general de la OMT.

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