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Samaná: ¿Paraíso Perdido?

Samaná sin lugar a dudas cuenta con todas las condiciones para convertirse en uno de los grandes destinos de República Dominicana y del Caribe.

Las cualidades y atractivos naturales, la riqueza cultural y la exquisita oferta gastronómica posicionan a Samaná de manera única para poder ofrecer un tipo de turismo diversificado, basado en el uso responsable de los recursos naturales y culturales, realmente la punta de lanza de las nuevas tendencias mundiales del sector.

Samaná, sin embargo, fue excluida de los primeros esfuerzos del país en materia turística debido principalmente a que no se dotó a la provincia de conectividad, tanto vial como aérea, lo cual la ubicaban a mas de 4 horas de trayecto terrestre para trasladar a los turistas de aeropuertos de otras regiones.

No fue hasta el año 2007 con la inauguración del Aeropuerto Internacional del Catey y luego en el 2008 y 2011 con la inauguración de la Autopista del Nordeste Juan Pablo II y el Boulevard Turístico del Atlántico, respectivamente, que ya se otorgaba un acceso efectivo entre Santo Domingo – y por ende el Aeropuerto Internacional de Las Américas – y Samaná.

Hoy podemos decir que Samaná cuenta con conectividad aérea y vial de primer orden – variable indispensable para poder desarrollarse.

Adicionalmente, se inicio un programa de importantes obras de carácter municipal financiadas por el gobierno central, precisamente previendo un marcado desarrollo turístico producto de la nueva realidad de conectividad de la región. Entre estas obras podemos destacar los acueductos, plantas de tratamiento de aguas residuales, la repavimentación y adoquínamiento de importantes vías de Las Terrenas y el remozamiento del área del malecón de Santa Bárbara de Samaná.

Con estas obras el futuro de Samaná parecía prometedor – un destino emergente listo para integrarse a la oferta turística regional y poder ofrecerle a su población fuentes de empleo, oportunidades de inversión y por ende, prosperidad.

De hecho, el sector privado se sumó de inmediato e inicio una ola de proyectos turísticos como es el caso de Sublime Samaná, Balcones del Atlántico, Bahía Estela, Puerto Bahía, los Hoteles Bahía Príncipe, y múltiples proyectos de menor escala de inversionistas independientes. Sin embargo, todos estos esfuerzos e inversiones se han quedado estancados. Como tantas veces pasa en nuestro país, se deja el trabajo a medias.

En Samaná tenemos una falta de autoridad y una falta de voluntad de hacer las cosas bien que han sumergido a la Península en un estado de “laissez-faire” colectivo donde impera el caos, la falta de orden y la inseguridad.
Esta situación está produciendo un clima que imposibilita el crecimiento turístico y por ende, el propio crecimiento económico de la provincia, que sin lugar a dudas depende del turismo.
La Autopista Juan Pablo II y el Boulevard Turístico del Atlántico que son las obras de punta para el relanzamiento del destino, funcionan a medias debido al costo excesivo: RD$ 1,876 ida y vuelta de Santo Domingo a Las Terrenas – solo el trayecto del Aeropuerto Internacional del El Catey a Las Terrenas con apenas 20 kilómetros cuesta RD$1,014 peso ida y vuelta.
Si comparamos este costo con el de Punta Cana desde Santo Domingo por la nueva Autopista del Coral que es de RD$ 330 pesos o Juan Dolio, Puerto Plata, y el sur con tan solo RD$ 30, podemos apreciar que el caso de Samaná está fuera de cualquier parámetro racional y reduce su capacidad de competir.
En cuanto a las obras municipales, la planta de tratamiento de aguas residuales de Las Terrenas se ha quedado en su primera fase y las aguas servidas que pasan por la misma crean una laguna al aire libre próximo a la Playa de Los Pescadores. En cuanto a la planta de tratamiento de aguas residuales del pueblo de Santa Bárbara de Samaná, la misma nunca ni siquiera se ha prendido.
En Las Terrenas, el improvisado vertedero de los desechos sólidos del municipio, el matadero y talleres de mecánica se encuentra en la cabeza del río, el cual pasa por el medio del pueblo y desemboca en la playa. En Santa Bárbara de Samaná el vertedero está próximo al Malecón donde desembarcan los visitantes de cruceros.
La arrabalizacion del litoral de Las Terrenas ya está erosionando las playas y ocasionando daños irreversibles a las mismas – los vendedores ambulantes y negocios informales son los “propietarios” del principal activo de uso público del destino que son las playas.
La inseguridad rampante lleva a la población local a temer salir después que oscurezca.
La prostitucion, la droga y el crimen arropan a la población en plena luz del día en franco desafío a la autoridad, creando un ambiente inadecuado para la sana recreación tanto para la comunidad local, como para los turistas locales y extranjeros.
Las calles de Las Terrenas son parqueos y las aceras se han convertido en centros comerciales improvisados – el peatón tiene que compartir las calles llenas de hoyos con los automóviles, motores y todo terrenos que van por las vías como si estuvieran solos.

Los atractivos culturales están en la ruina, como es el caso de las casas victorianas de Sánchez donde las mismas se caen a pedazos; las ruinas de la casa del afamado pintor de origen Samanense Chasseriau aun no se ponen en valor; el puente de la ciudad de Samaná es guarida de delincuentes y el avanzando estado de deterioro lo convierte en peligro público.

Este caos se evidencia en las estadísticas, las cuales hablan por si solas: La industria de cruceros en Samaná está colapsando – en la temporada de cruceros de los años 2008/2009 visitaron Samaná 246.000 turistas por vía de cruceros, pero durante la recién concluida temporada de 2013/2014 solo llegaron 91.000 cruceristas para un decrecimiento de un 63% y para la temporada que viene, 2014/2015, solo se prevén 54.000 turistas por vía de cruceros.

En cuanto a nuevos proyectos hoteleros, podemos apreciar según las estadísticas de la Asociación Nacional de Hoteles y Turismo (ASONAHORES) que el numero de habitaciones en el año 2007, fecha en que se inauguró el Aeropuerto Internacional del Catey, fue de 2,944 y al cierre del 2013 Samaná contaba con 2,309 habitaciones para un decrecimiento de 27.5% solo 6 años después.

Las llegadas anuales de extranjeros no residentes por el aeropuerto internacional de El Catey, según las estadísticas del Banco Central de La República Dominicana, han decrecido un 11.2% entre 2007, año en que inicio operaciones el aeropuerto, y el 2013.

Por lo tanto, hacemos un llamado tanto a las autoridades nacionales, como a las municipales; así como a las autoridades judiciales y policiales, en fin, a todas las fuerzas públicas y privadas, para que no dejen morir un destino turístico con tanto potencial como Samaná por falta de una acción coordinada que nos permita erradicar todas estas limitantes al desarrollo, y poder crear un clima de orden y respeto al medio ambiente para lograr un producto turístico diversificado que sirva de base para el desarrollo económico y social de su población.

Rafael Blanco Tejera
El Autor es presidente del Cluster Turístico de Samana. Publicó este artículo en el matutino dominicano Listín Diario.

 

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