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Aprendamos la globalización de la política

El pasado viernes 20 de enero en La Puerta del Sol, en Madrid, a las 7:00 PM me sorprendió una manifestación anti Trump. Cientos de personas de todas las edades protestaban contra las horrorosas y preocupantes posiciones de ultra derecha, vecinas del fascismo, del recién juramentado presidente de los Estados Unidos.

Me llamó mucho la atención una pancarta que decía: “La humanidad contra Trump”. Otras expresaban: “Por qué no te callas Trump”, “Ni odio ni racismo”, “Estadounidenses contra Trump”, “Trump world danger”, “Stop Trump”, “Trump peligro mundial”…. Algunos oradores se expresaron en inglés, otros en un español con acento extranjero. La temperatura estaba próxima a cero grados, pero eso no parecía importar a la muchedumbre y a muchos, que como yo miraban sin ser parte.

Era mi quinto día en el ambiente madrileño, marcado por la proliferación de informes y análisis periodísticos, en medios impresos y audiovisuales sobre el señor Trump y sus descabelladas ideas.

Ese escenario, todavía sorprendido, me invitó a reflexionar sobre la globalización, que comenzó por la economía y alcanzó la política; sobre los avances en la construcción de la “aldea global”, un proceso estimulado también por la revolución provocada por las nuevas tecnologías de la comunicación, que han empequeñecido el espacio, han cambiado el estilo de relación de las personas y creado un nuevo escenario sin fronteras para economía y la política.

Una cosa llevo a la otra. Ese marco, pensé, es el más adecuado para entender el “Caso Tucanos” y sobre todo el “Caso Odebrecht”. Ambos tan dominicanos, pero con su epicentro en Washington y réplicas en Nueva York, Brasilia, Lima… esto es lo que caracteriza nuestro terremoto político de estos días.

La globalización de la economía ha sido más evidente en nuestro medio. No así la de la política. Aprobamos, pero no entendimos, el profundo significado de los acuerdos internacionales y los pactos económicos que nos comprometen en temas complejos como la corrupción, el medio ambiente, los derechos humanos, el respeto a los trabajadores; o el impacto de las ranquin mundiales sobre la transparencia.

Cuando alguien pidió mi opinión sobre el “Caso Odebrecht” le escribí –entre otras observaciones- lo siguiente: “Esta tormenta seguirá porque la alimentan vientos que llegan de otras latitudes: la aceptación de culpa en Estados Unidos, la agresiva actitud de grupos de poder en Brasil para liquidar a Lula y al PT y sus socios políticos y empresarios; el cambio de Gobierno en Perú y Panamá y la difícil situación del gobierno en Ecuador. Todo esto sumado hará que este tema se mantenga flotando”.

Estamos globalizados. Es la globalización de la política. Además, nos enteramos en minutos de lo que ocurre o publican los medios en Washington, Brasilia, Lima, Panamá o Bogotá.
Manuel Quiterio Cedeño

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