Un campanazo para Manolo
Manuel Quiterio
Los prósperos empresarios del transporte de la zona turística de Punta Cana insisten en disfrazarse de sindicalistas y descartar las reglas de la competencia en un mercado libre, actuando con prácticas mafiosas con las que aparentemente protegen su mercado, cuando en realidad lo que hacen es afilar cuchillo para su garganta, al crear situaciones insostenibles.
Estos empresarios enriquecidos con el auge del turismo, no se dan cuenta de que las autoridades y ejecutivos de empresas que apoyan este comportamiento ilegal, son aves de paso que los usan como carne de cañón, porque mañana cuando lleguen los días de llanto, no compartirán su suerte porque dependen de un decreto o son parte de empresas que hoy los tienen aquí y mañana los despiden o los envían a Jamaica, España o México.
Son sanguijuelas que para chupar les mal aconsejan para que en vez de defender su posición en el mercado con eficiencia empresarial y calidad en los servicios, los estimulan a usar la violencia y las pistolas.
¿Por qué estas reflexiones? A continuación la historia. Un grupo hotelero establecido en Punta Cana concluyó en que el transporte contratado para sus empleados era costoso y de pésima calidad por el uso de autobuses anticuados, incómodos, sin las condiciones mecánicas adecuadas, poco aptos para personas. Lo usual es utilizar autobuses desechados en Estados Unidos, y tratar a los trabajadores casi como animales.
Con vehículos más adecuados para el trato digno que merecen sus colaboradores, esta empresa se ahorraría más de un millón de pesos mensuales. Por lo que decidió hacerlo por cuenta propia. Los transportistas reaccionaron como una banda mafiosa, utilizando la violencia, en vez de entender que la respuesta era ser más eficiente para competir y no perder el negocio.
Primero obstaculizaron el servicio, y meses después, cuando este grupo hotelero venció la resistencia y obtuvo unos permisos exigidos, inició el transporte y una banda mafiosa armada los asaltó y bajó del vehículo a las personas que lo ocupaban.
El representante del grupo hotelero fue convocado a una reunión en la Gobernación de Higüey para “iniciar un diálogo” y lo que recibió fue una advertencia de que los españoles deben ocuparse de sus hoteles, pero el transporte es exclusivo de los dominicanos.
Llegó el tiempo de que los transportistas entiendan que la Constitución garantiza la libre contratación y prohíbe los monopolios, y aprendan que para competir deben ser eficientes y ofrecer calidad. Ya no basta la complicidad de las autoridades locales y las asociaciones mafiosas. ¿Verdad Manolo?