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Apertura de hotel cinco estrellas resucita el turismo de élite en La Habana

La firma hotelera suiza Kempinski en asociación comercial con el Estado cubano prevé inaugurar el 7 de junio el Gran Hotel Manzana, “sus techos elevados y sus ventanas francesas, que dan a la ciudad vieja, transmiten la sensación de glamur y el lujo europeo de los viejos tiempos”, dice la cadena hotelera sobre la apertura del rehabilitado edificio clásico de principios del siglo XX en la ciudad de La Habana.

El hotel de seis pisos contara con 246 habitaciones de lujo y suites, y una terraza con vista a La Habana Vieja, además de un spa, tres restaurantes, cuatro bares, y un salón para fumadores. Su competencia directa será el hotel Saratoga, con precios entre los 500 y los 1.200 dólares por habitación.

Otros proyectos en marcha en La Habana Vieja son el hotel Prado y Malecón, con la cadena francesa Accor, y el Packard, con la española Iberostar. De este último edificio sólo queda parte de la fachada, sostenida durante los últimos años por una plataforma capaz de soportar vientos ciclónicos de 300 kilómetros por hora. La obra la dirigirá el premio Pritzker español Rafael Moneo.

Entre las novedades, este fin de semana el estreno de las tiendas en la galería comercial de la planta baja del Gran Hotel Manzana. Giorgio Gucci afirmó que Cuba “se ha convertido en el paraíso de la moda” y celebró que La Habana vaya a disponer de un lugar en el que se encuentre “lo mejor del mercado de lujo europeo”, según EFE.

Los precios sólo estarán al alcance de turistas adinerados y si acaso de la naciente y minoritaria nueva clase empresarial cubana, vinculada entre otros sectores a los negocios privados permitidos por el Estado como restaurantes, hostales o transporte turístico. El común de los ciudadanos se detiene a contemplar las tiendas como un atractivo.

Tras la exportación de servicios, sobre todo las misiones médicas, el turismo es la segunda fuente de ingresos de Cuba, por delante de las remesas, y su línea al alza lo ha convertido en la baza de un gobierno apurado por la recesión y por el colapso de Venezuela, su gran socio económico. En 2016 la isla superó por primera vez en la historia los cuatro millones de turistas.

Canadá es el primer surtidor y el segundo Estados Unidos, con un potencial de dos millones anuales si se levanta la prohibición de Washington a sus ciudadanos de ir como turistas a Cuba. Hasta ahora viajan bajo permisos especiales, si bien la burocracia que se les requería se redujo por orden del expresidente Barack Obama.

Al frente de la estrategia turística está el Grupo de Administración de Empresas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Gaesa), dirigido por el yerno del presidente Raúl Castro, el general Luis Alberto Rodríguez López-Callejas. Su rama hotelera, Gaviota, es propietaria del Gran Hotel Manzana, que administrará Kempinski y cuya construcción ejecutó la compañía francesa Bouygues. Controla también el Saratoga, los futuros Prado y Malecón y Packard y alrededor de 60 hoteles y villas por toda Cuba con unas 27.000 habitaciones en conjunto. Más de un 80% de la infraestructura está administrada por cadenas extranjeras.

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