Reflexiones para los olvidadizos
Por Manuel Quiterio Cedeño
En esta sociedad de memoria corta, ya olvidamos la negativa experiencia de una “seguridad social” manejada por un Instituto Dominicano de Seguridad Social controlado por el Gobierno, al que las empresas pagaban una cuota, mejor dicho una especie de multa, pero sus empleados no recibían nada. Buen ejemplo de la confianza que merece el Estado Dominicano para administrar los servicios sociales.
Ya no recordamos las famosas “visitas” ($$) de los inspectores de este Instituto, en cuyo consejo directivo la Confederación Patronal Dominicana (COPARTDOM) se representaban a los empleadores y las centrales sindicales a los trabajadores, pero el verdadero poder era el político de turno designado por la Presidencia.
Nadie sabe dónde están los dineros que pagamos durante años a este Instituto, que hace décadas es un fantasma que sigue en pie porque se nos hace difícil liquidar las sanguijuelas que chupan los recursos públicos. A los desmemoriados no les llama la atención el interminable peregrinar de los ancianos trabajadores reclamando la pensión que les debió dar ese instituto. El sistema actual de pensiones puede tener muchos defectos, pero sé que mi dinero está ahí y no en el bolsillo de algún burócrata o político.
Los olvidadizos no recuerdan que además de mantener ese parásito politizado, cientos de empresas y miles de trabajadores tenían que pagar una iguala médica para recibir las atenciones que debía dar la seguridad social. Pero ahora nos quieren convencer de que las administradoras de riesgos de salud (ARS) no son necesarias y no dan servicios.
Pero la evaluación que hizo Gallup el año pasado encontró que el 95.5% de los encuestados resolvió sus problemas en la ARS a la que está afiliado y el 89% recomendaría su ARS. Esta evaluación por encuesta encontró que el 86% está satisfecho con el seguro familiar de salud que los olvidadizos denigran. Los desmemoriados no han descubierto que es casi una revolución, que la empresa que dirijo pague la mayor parte del seguro y la pensión del chofer, el mensajero, la encargada de hacer café… y que ellos tengan los mismos derechos que mis hijos y yo, que soy el principal ejecutivo.
¿Por qué un 86% de satisfacción, que es muy alto? Esta aprobación, que contradice la severidad de las críticas de los desmemoriados, es posible porque hace sólo 10 años esta gente no tenía nada, y la empresa pagaba un instituto controlado por el Gobierno que casi no daba nada, y ahora se invierten los recursos en dar servicios, y las ARS no pueden dedicar más del 10% de lo que reciben a gastos administrativos.
Con la pasada experiencia nunca estaré en el 12.9% que está de acuerdo o el 1.5% que está totalmente de acuerdo, en que el Gobierno dirija esta conquista, a cuyos recursos los políticos no pueden echar mano y los empresarios y los sindicatos tienen poder de veto. Este proyecto no está tan bien que no pueda ser mejor, pero lo que falta no nos llegará de manos del Estado que no pone un chele en la seguridad social. (Nota a los lectores: Yo ofrezco asesoría profesional a los actores privados de la seguridad social, pero sólo escribo sobre mis convicciones)