Playa Grande, gestión inclusiva y sostenible de un destino turístico
El diálogo entre las partes dio paso a un acuerdo mediante el cual los inversionistas dispusieron preservar el uso público de la playa, la habilitación de 300 estacionamientos para los visitantes, la construcción de una pintoresca plaza con quioscos de estilo victoriano para la venta de artesanía y comida criolla, la habilitación de baños para hombres y mujeres, y la asignación de un local para POLITUR.
Desde que se inició el desarrollo turístico de alto estándar en el cotizado entorno de Playa Grande, a partir del año 2012, este emblemático destino de sol y playa de la Costa Verde, se ha convertido en un referente de turismo inclusivo, social y ambientalmente sostenible.
De entrada, conviene apuntar que el turismo sostenible está basado en principios de inclusión social y sostenibilidad a largo plazo, minimizando el impacto en el medio ambiente, poniendo en valor la cultura local y contribuyendo a generar ingresos y calidad de vida en la población impactada.
El proyecto de desarrollo turístico de Playa Grande ha rescatado estos principios y a lo largo de 10 años ha enriquecido la oferta de su marca con los valores propios de las comunidades vecinas, incluyendo la gastronomía, los atractivos naturales y la riqueza cultural de la zona.
Turismo de playa, un historial de conflictos
Históricamente, el desarrollo del turismo de playa en la República Dominicana ha estado marcado por el conflicto, en unos casos con las normas ambientales, en otros con las comunidades del entorno y casi siempre con los comerciantes y trabajadores informales que tradicionalmente se ganan la vida sirviendo al público visitante.
En sus inicios, el proyecto global de Playa Grande contemplaba una inversión total de 500 millones de dólares, incluyendo la construcción de un hotel de seis estrellas de la marca Aman con 30 habitaciones, 38 villas, un hotel boutiques, un poblado de playa, el rediseño del campo de golf Playa Grande y ofertas deportivas como tenis, clubes ecuestres y otras atracciones.
Sin embargo, cuando se anunció el desarrollo del proyecto, líderes representativos de Cabrera, Abreu y Rio San Juan, encabezados por el ex alcalde Jorge Cavoli y Rafael Mirabal, líder de los vendedores tradicionales de Playa Grande, expresaron su temor de que la emblemática playa de la zona fuera privatizada, limitando el acceso público por la eliminación de los parqueos y excluyendo a los pequeños comerciantes y trabajadores que operaban en el lugar.
La reacción de los comunitarios fue considerada en principio por representantes de Playa Grande Holding y Costa Norte at Playa Grande, las dos empresas responsables del proyecto global, como un posible rechazo a la importante inversión o como una forma de crear dificultades, quizás con fines inconfesables.
Sin embargo, desde un principio los inversionistas, orientados por una empresa de comunicación contratada para manejar las implicaciones mediáticas y las relaciones con las autoridades y los líderes sociales, abrieron un espacio de diálogo con las comunidades para procurar un consenso que facilitara el arranque del proyecto sin afectar el uso público de la playa ni excluir a los trabajadores tradicionales.
Un referente de turismo inclusivo y sostenible
El diálogo entre las partes rápidamente dio paso a un acuerdo mediante el cual los inversionistas dispusieron preservar el uso público de la playa, la habilitación de 300 estacionamientos para los visitantes, la construcción de una pintoresca plaza con quioscos y gacebos para la venta de comida criolla y artesanía, la habilitación de baños para hombres y mujeres; y la asignación de un local para POLITUR.
El acuerdo con los vendedores tradicionales fue discutido y cerrado con la Asociación de Vendedores de Playa Grande, representado en aquel momento por su presidente Rafael Mirabal, quien en la actualidad es director del Ministerio de Turismo para los municipios de Cabrera y Río San Juan.
Al pasar revista a la experiencia de los primeros diez años del desarrollo de Playa Grande, Rafael Mirabal valora el aporte de los inversionistas, no solo por el cumplimiento de los acuerdos con las autoridades y los vendedores, sino también por su apoyo a la economía local y a las actividades educativas, culturales, ambientales y deportivas de las comunidades vecinas.
Cita el papel de la Fundación Playa Grande, auspiciada por el grupo turístico, bajo la coordinación de su ejecutiva Alexandra Jerónimo, que como parte de su programa de responsabilidad social, dedica una especial atención al tema cultural, como patrocinadora del carnaval marino de Río San Juan, conocido como Carnavarengue Río San Juan, que tiene como principal escenario la Laguna Gri Gri, donde cada año se emplaza una plataforma para la celebración del gran evento de coronación de la Reina.
De acuerdo a Mirabal, el grupo adoptó desde un principio la política de contratar preferentemente a los residentes de la zona para realizar los trabajos del proyecto y participar en las actividades económicas relacionadas con las nuevas inversiones turísticas y comerciales.
Un merecido premio. Conviene recordar que el valor del ejemplo protagonizado por comunitarios, trabajadores, empresarios extranjeros y autoridades locales, no pasó desapercibido en el tiempo, ya que en la primera edición del Galardón Luis Augusto Caminero, organizado por la Asociación Dominicana de Prensa Turística (ADOMPRETUR), el jurado evaluador otorgó la estatuilla correspondiente a la categoría “Turismo y Convivencia Social” al proyecto turístico Playa Grande, representado por su ejecutivo Rolando Fernández, y al nuevamente alcalde de la comunidad de Cabrera, Jorge Cavoli.
De este modo el gremio de los periodistas de turismo hizo justicia a todos los actores involucrados en el manejo racional de un eventual conflicto y a la solución acordada en beneficio del proyecto turístico y de las comunidades más directamente impactadas, y a un modelo de desarrollo inclusivo fuertemente vinculado a la comunidad, al patrimonio ambiental y a los valores culturales del país.
El encanto de la Placita Gastronómica de Playa Grande
No se trata solo de la mejor comida criolla, basada principalmente en pescado y marisco, a precios regulados por la propia asociación de vendedores, para no abusar de clientes y turistas, sino también de disfrutar de un ambiente típicamente caribeño, bajo un frondoso techo de cocoteros, almendros y otros árboles típicos de la zona, a muy poca distancia de la fina arena de la playa y de las olas del mar.
Para muchos criollos acostumbrados al paradisiaco ambiente de las playas dominicanas, es posible que esta vivencia no resulte ser un acontecimiento fuera de la común, pero para un turista procedente de Estados Unidos, Canadá, Europa o cualquier región de clima frio o templado, de trata de una experiencia memorable. Esa es probablemente la imagen que representa esta placita para los huéspedes de los hoteles de la zona, incluyendo el hotel boutique Playa Grande Beach Club, ubicado a escasa distancia de la placita, el exclusivo hotel Amanera, y Playa Grande Golf and Ocean Club.
Lo interesante de todo es que en apenas unos cuantos metros de distancia, convergen las celebridades que con frecuencia visitan los exclusivos hoteles enclavados en el entorno de Playa Grande con las familias dominicanas que se dan cita en la Placita Gastronómica o en las áreas de sombra de la arena para compartir una comida criolla o una bebida típica en ambiente seguro. Y donde, además, pueden adquirir la mejor artesanía del país, incluyendo bien terminados bolsos de piel o de jícara de coco, o piezas muy finas de Ámbar y Larimar y a precios muy económicos.
Como protagonistas de estos encuentros de Playa Grande, se citan a figuras del jet set internacional como Jennifer López, Alex Rodríguez, Michael Jordan, Mark Búfalo (el Hombre Increíble), y Jovanka Trump, la hija del pasado presidente de Estado Unidos, Donald Trump.
Sin duda alguna, un referente válido para el desarrollo turístico basado en el uso del patrimonio público o los recursos naturales de una localidad o región.