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El negocio: “gasto” $1 y “saco” $9

Por: Manuel Quiterio Cedeño

Un tema recurrente relacionado con el turismo trata de los incentivos fiscales que los economistas, funcionarios, asesores y organismos internacionales como el FMI, llaman “gasto tributario”, concepto que parte del supuesto de que si los incentivos no existieran, de todos modos se produciría la inversión y el Estado recibiría los impuestos. Por eso es un “gasto”. En los últimos meses se bate tras las cortinas este tema, por lo que tiene sentido hablar públicamente sobre ello.

Según nuestros sabios asesores y funcionarios, en los últimos cinco años el “gasto tributario” suma $861 mil millones, de los cuales $19 mil corresponden a incentivos al turismo, suma que representa el 2% del total. El “gasto tributario” promedio anual del período es $172 mil millones y el promedio anual que se le carga al turismo es de $3,915 millones y el promedio relativo 2%.

Lo más interesante es comparar el supuesto “gasto” estimado, con el ingreso fiscal reportado por los dos impuestos directos al turista. Por ejemplo en el año 2016 el “gasto” fue de $5,901 millones y el ingreso fiscal $8,029 millones. Es decir que sólo con estos dos impuestos el Estado recibió un 28% más que el supuesto “gasto”.

Esta cantidad es producto de la tarjeta de turismo y el impuesto de salida. A lo que habría que sumarle por ejemplo: el impuesto a los combustibles que compran los aviones (sólo Punta Cana vendió 100 millones de galones en el 2016), el impuesto a los combustibles que pagan los miles de autobuses, taxis y demás vehículos del transporte turístico, el impuesto que pagan las cervezas, bebidas refrescantes y alcohólicas que se consumen en los hoteles (el año pasado $7,500 millones) y muchos otros.

La lista es larga y si se suman todos los ingresos directos, indirectos e inducidos por la actividad hotelera, se llega a los $48 mil millones según el estimado del informe anual del Consejo Mundial de Viajes y Turismo.

En los últimos cinco años el 18% de la inversión extranjera directa la aportó el turismo (US$2,181 millones), excluyendo la actividad inmobiliaria que representó el 15% (US$1,790 millones) y en su mayoría está en el sector. ¿Pueden nuestros tributarios y el FMI asegurar que seguiremos atrayendo inversión extranjera en esa magnitud sin los incentivos? En realidad, aunque muchos se hacen los ignorantes, los incentivos no son un invento local, existen en todos los países de la región del Gran Caribe, y son un mecanismo para atraer la inversión al sector. Mientras nuestros competidores los mantengan, aquí no hay de otra si queremos mantenernos en la pelea.

Mientras, los resultados muestran que los incentivos son un muy buen negocio para el Gobierno: $9 por cada peso de “gasto”.

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