Cruceristas sin cruzar
Pedernales urge el frente marino o paseo marino, diseñado, aprobado, pagado hace añales por el Gobierno y su construcción dispuesta en 2021 por el presidente Abinader durante un acto en “El maleconcito”.
Tony Pérez
Dieciséis mil cruceristas en siete cruceros ha recibido la terminal de Cabo Rojo, municipio Pedernales, durante el primer año de operación. Este 2025 llegarán 25 buques de cuatro líneas navieras, según la información de la estatal Dirección General de Alianza Público-Privada (DGAPP).
El jueves 4 de enero 2024, el presidente Luis Abinader inauguró la primera fase del puerto con la llegada del primer barco con 2,500 pasajeros a bordo, el Pearl, de la empresa Norwegian Cruise Line. “El despegue del sur es imparable”, proclamó ese día el mandatario.
Buenos números, pero en los municipios de la provincia, Pedernales (la capital) y Oviedo, crece inconformidad sobre la muy pobre derrama económica de tal actividad.
Se trata de un reclamo que las autoridades no deberían soslayar porque –dice el pueblo- “cuando el río suena es porque agua trae” y “el mal con tiempo tiene cura”.
El desbalance denunciado, pero no respondido, contraviene la promesa repetida hasta el cansancio desde la toma de posesión del mandatario para su primer cuatrienio (16-08-2020): el proyecto de desarrollo turístico de Pedernales representa la mayor apuesta del Gobierno para impulsar el desarrollo económico de la región sur bajo un concepto de sostenibilidad ambiental y social.
El “quille” social, en realidad, no sale de la nada. Hay un déficit de participación comunitaria.
Solo observar cuántos de los 16 mil cruceristas llegados al puerto (23 kilómetros al sureste del municipio cabecera) han viajado hasta los municipios para consumir e interactuar con las personas que viven en esos territorios. Tal vez no superen el 2 por ciento, y el consumo es insignificante. Es una razón.
Y la otra, esbozada por pequeños, medianos empresarios y vendedores ambulantes, es el monopolio del negocio por parte de la empresa mejicana ITM Group y Taíno Bay (construcción/administración de la terminal). Específicamente, se quejan los taxistas, los dueños de rent-car (transporte, vehículos para deportes) y restaurantes.
Esas compañías poderosas y las autoridades seguro que tienen sus alegatos. Los cruceristas, también.
Ahora bien, poniéndonos en los zapatos de esos visitantes, poco o nada se haría en un pueblo carente de atractivos culturales, recreativos, religiosos, arquitectónicos, históricos, astronómicos, artísticos.
Más si el Gobierno les ha creado el mejor de los ambientes al pie de los barcos que atracan en el puerto, en Cabo Rojo, en las narices de la hermosa playa Bahía de las Águilas y de restaurantes especializados en mariscos, mientras se ha descuidado con la construcción de infraestructuras en los municipios.
Ese drama era previsible. Durante casi cinco años, de manera sostenida, lo hemos advertido. El desarrollo, si se pretende, debe ser parejo, integral; no unilateral, creando la dicotomía de una “ciudad de lujo” (Cabo Rojo) frente una “ciudad del padecimiento o dormitorio” (Pedernales).
Pedernales urge el frente marino o paseo marino, diseñado, aprobado, pagado hace añales por el Gobierno y su construcción dispuesta en 2021 por el presidente Abinader durante un acto en “El maleconcito”.
Necesita un centro cultural y un anfiteatro para la oferta de espectáculos. Rescatar y sistematizar folclor, fiestas, gastronomía, tradiciones. Promover las bellas artes. Fortalecer la academia y la banda de música. Resucitar la orquesta que tantos bailes amenizó durante los años 70 y 80 del siglo XX.
Rescatar los valores de los padres fundadores y refundar las organizaciones sociales para ponerlas en capacidad de asumir su rol frente a la nueva realidad.
Con las infraestructuras fundamentales, una oferta de calidad, creatividad y la hospitalidad afinada (no asedio), debería mejorar considerablemente el flujo de cruceristas hacia las comunidades. Y, además crecería el turismo interno.