El dinero de la seguridad social no pare
Manuel Quiterio Cedeño
Este jueves revisando mensajes de días atrás en Internet, encontré varios que refieren mis “reflexiones para olvidadizos”, un reciente artículo en que recordaba el desastre que era la seguridad social cuando la controlaba el Estado a través del Instituto Dominicano de Seguridad Social (IDSS), un “botellero” para seguidores del Gobierno de turno y amigos y familiares de líderes sindicales.
Estos comentarios me obligan cambiar mi tema y volver sobre estas reflexiones porque me muestran que existe mucha desinformación sobre la actual seguridad social, y esto no contribuye a que las partes interesadas adoptemos una firme posición en contra del interés manifiesto de algunos funcionarios y organizaciones que proclaman la necesidad de “librar” el modelo vigente de las “influencias del capitalismo”, y quienes convierten el derecho a la salud en un negocio.
Son frases para encubrir su interés de convertir el Consejo Nacional de la Seguridad Social (CNSS) en un ente controlado por funcionarios del gobierno al estilo –gracias a Dios- del moribundo IDSS. Muestra de esto es la propuesta de la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales (SISALRIL) para eliminar el derecho al veto que tiene el sector empleador y los representantes de los empleados. ¿Qué aclarar a los amigos que cuyos comentarios leí solo unos pocos minutos antes de escribir estas ideas?
PRIMERO. El sistema de seguridad social lo pagamos quienes tenemos un empleo, no el Gobierno. Cada mes nos descuenta el 5.91% de nuestros salarios de los cuales el 3.04% va al seguro de salud y el 2.87% para la pensión. Además, el empleador paga el equivalente al 15.19% del salario de su empleado, 7.09% para el seguro de salud, el 7.10% para la pensión y el 1% para el seguro de riesgos laborales. Un solo peso de los $79 mil millones del Ministerio de Salud se aporta para el cuidado de la salud de los afiliados a la seguridad social. El gobierno sólo aporta lo que le corresponde pagar por sus empleados, en los casos de las entidades que si pagan, porque algunas de las más importantes y ricas tienen sus propios sistemas de seguridad social.
SEGUNDO. Las empresas y los trabajadores sumados pagan el equivalente al 10.13% del salario para el seguro de salud, pero estos recursos no se multiplican como el vino en las Bodas de Cana, por un milagro de Jesús. Las necesidades son muchas, pero los recursos pocos, porque el dinero que pagan los trabajadores y empleadores no pare. Es un ingreso muy limitado porque el 33.8% de los empleados afiliados gana hasta $10 mil; el 20.7% de $10 mil a $15 mil, es decir que el 53% de los trabajadores gana por debajo de los $15 mil; y si subimos hasta $20 mil, tenemos que el 73% reciben por debajo de $20 mil. Solo el 21% gana más de $25 mil.
La suerte del actual modelo de seguridad social es que no es totalmente huérfano y hasta ahora ha encontrado respaldo en el presidente Danilo Medina, quien ha dicho en varias oportunidades que en su mandato no se estatizará la seguridad social, que es lo que quiere la SISARIL y sus asociados.