Una batalla por Cabarete
Manuel Quiterio Cedeño
Hace unos 15 años que comencé a frecuentar a Cabarete, nuestra comunidad turística más diferenciada.
Quienes escribimos sobre turismo solemos ser generosos en los calificativos con que nos referimos a hoteles, restaurantes, playas y lugares en general.
Nos encanta describir sitios especiales, que son pedacitos del paraíso.
Paisajes, territorios o establecimientos que nos parecen únicos. Cabarete es –sin lugar a dudas– un lugar realmente muy especial.
En mi primera visita encontré que superaba con creces todas las descripciones que habíamos escuchado.
Frank Rainieri, el pionero de Punta Cana, para referirse a Cabarete y Sosúa, dijo en una charla en Puerto Plata, que si además de sus excelentes hoteles y su inigualable playa, Punta Cana tuviera dos comunidades como éstas, sería un destino turístico casi perfecto.
En lo que va de año he visitado en cuatro oportunidades a Cabarete, incluyendo dos minivacaciones de cuatro noches. Tengo que decir, con mucha pena, que me están matando a Cabarete.
El crecimiento desordenado se está comiendo a Cabarete. A esto se suma como plaga de langostas, el afán destructivo de su Junta Municipal que hace muy poco por el bienestar de este distrito municipal a pesar de los cuantiosos recursos que recibe por el desarrollo turístico, y entregó la tesorería municipal a una empresa a la que sólo interesa sacar la mayor cantidad posible de dinero de los bolsillos a los munícipes.
Uno de los atractivos de Cabarete –por ejemplo– es alojarse en sus pequeños hoteles y caminar hasta uno de sus numerosos establecimientos para disfrutar de la excelente y variada oferta gastronómica, que es uno de las mejores del país, pero ahora esto es casi un safari de alto riesgo.
La calle principal es un lugar prohibido para los peatones, porque no hay aceras para caminar.
Tampoco hay parqueos para quienes están lejos del centro y llegan en autos.
De hoteles buenos para encerrarse está lleno el país, por lo que la diferencia de esta oferta son precisamente los pequeños hoteles que te animan a salir a la calle, pero ahora este es un lugar inhóspito.
Los cabareteros me han devuelto la esperanza, porque decidieron dar un ejemplo y enfrentar en los tribunales la Junta Municipal y la empresa que los acosa. Tendrán éxito en esta batalla, si la prensa sensible al abuso los respalda.
El ruido de esta pelea despertará y movilizará a muchos que aman este lugar pero aún no saben que están matando a Cabarete.