La conspiración contra Esmerito
En las últimas horas abundan explicaciones sobre el alud de votos que salió de las urnas del Distrito Nacional para castigar al alcalde golfista Esmerito Antonio Salcedo Gavilán (Roberto).
Quienes dominan el ABC de la política saben que este presentador de televisión de pocas luces llegó a dirigir la ciudad porque fue postulado por el PLD, principal fuerza política de la capital, no por méritos propios; y cuando su descrédito llegó al tope, ni siquiera ese poder y la popularidad de Danilo Medina lograron salvarlo del castigo popular.
Algunos comienzan a construir la fábula de la traición y piden que se investigue a los del comité político que habrían ordenado votar en su contra. Los seguidores del PLD que se supone votaron contra este presentador de televisión, impuesto como candidato, también son residentes de esta ciudad castigada por la ineficiencia de una pobre gestión de la que fueron desertando los buenos técnicos cansados de la mediocridad.
Los desinformados acerca de las razones por la que la gente votó el domingo para librarse de esta pesadilla, sólo tienen que hurgar un poco en los archivos de Internet, para encontrar el cúmulo de informaciones y denuncias contra una administración que impuso el desorden, olvidó los barrios y creyó que el cargo obtenido gracias al poder del PLD, era una herencia.
En ese ejercicio básico de búsqueda encontrarán –por ejemplo- un análisis de su última mentira, publicado en abril pasado por Diario Libre. Esmerito se atrevió a repetir como promesa de campaña la construcción de un paseo marítimo en el Malecón de la ciudad.
Resulta que esto ya lo había prometido en 12 ocasiones anteriores, el 16 de marzo del 2006, el 29 de noviembre del 2007, el 23 de enero del 2008, el 20 de febrero 2008, el 24 de noviembre del 2008, el 23 de abril del 2009, el 2 de junio del 2009, el 21 de septiembre del 2010, el 25 de enero del 2011, el 2 de octubre del 2012, el 21 de marzo del 2013, y el 2 de febrero del 2016. En tres ocasiones estuvo en el presupuesto y nunca se cumplió.
Pero no hace falta consultar archivos para constatar que 14 años después de su llegada al cabildo, vivimos en una ciudad más desorganizada, caótica, ruidosa, oscura, insegura, sin señalización, de pobre infraestructura, de calzadas rotas y estrechas, con transporte público pedestre y sistema de taxis vergonzoso. El caos del tránsito parece indicar que nuestra capital colapsó, y es un lugar insufrible para quienes la habitamos.
Quizás la gente se está cansando y aprendiendo que para dirigir esta ciudad hace falta ser algo más que un combero, programero frustrado, cómico mediocre o político incapaz. Esa es la verdadera razón de su derrota.
Por Manuel Quiterio Cedeño