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Lugar de encuentro con la cultura

El slogan del Centro León lo define como “el lugar donde todo se encuentra”. Sin pretender cambiar es apropiada frase, lo percibo como “lugar de encuentro con la cultura”. Lugar acogedor, lejano del frío mundo de los museos y de la usual momificación de las expresiones culturales elitistas, que aburren a muchos. El Centro es un lugar que refleja la calidez de las creaciones inspiradas en el amor a la gente, a la comunidad, a la Patria, y en este caso, el amor no acartonado a nuestra cultura y a todo lo que caracteriza el “Ser Caribeño”.

El Centro León, como la familia que lo inspira, es colorido, diverso, creativo, lleno de imaginación, y respira entusiasmo. Da envidia no ser de él, no estar en él, cada día de estos 10 años, para ser parte de este construir en el Centro la más impactante institución cultural, y que refleja tan bien esa frase que propone la diversidad como esencia de la mejor andadura hacia el progreso, y que sugiere que lo importante no es pensar igual, sino pensar juntos.

Después de leer las 179 palabras escritas hasta el anterior punto y aparte, mis lectores me reconocen como un entusiasta admirador de lo que allí se hace. Lo que admiro no son sus estructuras, su riqueza cultural, o en particular a aquellos que lo crearon o a quienes lo dirigen. Admiro principalmente su forma de ver y hacer cultura y el espíritu que allí se aloja, y para describirlo, me complace citar un magnífico párrafo escrito por su director Rafael Emilio Yunén:

“Lo que en principio parecía que se estaba abriendo como un museo, después se vio que era una institución de vanguardia, de innovación, una institución de encuentros y búsquedas en base a la creación de ambientes democráticos para la discusión, la creatividad, el debate y el aprendizaje colectivo. En vez de tener puros visitantes, tratamos de conseguir la presencia de verdaderos participantes que vinieran de los sectores sociales más diversos, de todos los estratos, y que encontraran en el Centro León un lugar de respeto a todo tipo de posiciones y a todo tipo de visiones sobre arte, educación, medio ambiente, cultura y desarrollo”.

Creo, como Rafael, que lo que se celebran no son diez años de una institución “sino más bien de la relación de una institución con su comunidad; de la interacción continua entre un grupo de personas que han empezado a producir, conjuntamente con otros, programas innovadores en áreas no-convencionales”. Son 10 años bien aprovechados y muy bien cumplidos para legítimo orgullo de Santiago, la Ciudad Corazón. ¡Felicidades!
Por Manuel Quiterio Cedeño

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