Jarabacoa también es un destino cultural y religioso
Jarabacoa, el popular destino dominicano de montaña y de aventura, es más que un polo con énfasis en sus características ambientales. También prueba ser un destino cultural y religioso.
El Domingo de Ramos, inicio de semana mayor, en el monasterio de Santa María del Evangelio se celebró con una modesta procesión la Eucaristía. Acompañada por el canto gregoriano, componente importante del oficio monástico, no era ajeno a la búsqueda cisterciense de la autenticidad de la tradición monástica y el desposeimiento de las formas.
Mas de un centenar de creyentes asistieron a este monasterio que solo abre sus puertas los domingos o en fechas claves previo anuncio. Durante la Semana Santa el horario pascual 2012 sera “Jueves Santo, Cena del Señor 5:pm; Viernes Santo, Pasión del Señor, 4:pm; Sábado Santo, Solmne vigilia Pascual 10:30pm; Domingo de Pascua de Resurrección, 9:am.”
Santa María del Evangelio
El monasterio de Santa María del Evangelio se encuentra enclavado a escasos seis kilómetros de la localidad montañosa de Jarabacoa, provincia de La Vega, en República Dominicana.
El monasterio está habitado por una pequeña comunidad de monjes cistercienses consagrados al trabajo manual en la elaboración de cereal alimenticio, en el cultivo de la tierra y en otras tareas menores. Según la vieja tradición monástica, el beneficio que reportan estos trabajos deben servir para cubrir los gastos de su vida en comunidad y para practicar la ayuda a los más necesitados. Este monasterio también atiende una pequeña hospedería destinada a dar alojamiento a quienes quieren vivir una experiencia de meditación y oración.
Santidad y fe
Allí se cultiva la santidad de sus miembros, se educa en la fe a los monjes y se comparte la experiencia de oración con los laicos cistercienses, quienes reciben formacion en la lectio divina y otras practicas propia de la Orden.
El Monasterio de Santa María del Evangelio fue establecido en 1987 por un grupo de monjes cistercienses del Monasterio de Viaceli en Alfoz de Lloredo, en España que viajó a República Dominicana para fundar este monasterio en Jarabacoa. En la actualidad goza de estatus interno en la orden como priorato menor, pero debido a la abundancia de vocaciones avanza a alcanzar los demás estados de priorato mayor y abadía.
Orden del Císter
La orden cisterciense (en latín: Ordo cisterciensis, o.Cist.), igualmente conocida como orden del Císter o incluso como santa orden del Císter (Sacer ordo cisterciensis, s.o.c.) es una orden monástica católica reformada, cuyo origen se remonta a la fundación de la Abadía de Císter por Roberto de Molesmes en 1098. Esta abadía se encuentra donde se originó la antigua Cistercium romana, localidad próxima a Dijon, Francia.
La orden cisterciense desempeñó un papel protagonista en la historia religiosa del siglo XII. Su influencia fue particularmente importante en el este del Elba donde la orden hizo «progresar al mismo tiempo el cristianismo, la civilización y el desarrollo de las tierras».
Reforma gregoriana
Como restauración de la regla benedictina inspirada en la reforma gregoriana, la orden cisterciense promueve el ascetismo, el rigor litúrgico dando importancia al trabajo manual. Además de la función social que ocupó hasta la Revolución francesa, la orden ejerció una influencia importante en los ámbitos intelectual o económico, así como en el ámbito de las artes y de la espiritualidad.
Debe su considerable desarrollo a Bernardo de Claraval (1090-1153), hombre de una personalidad y de un carisma excepcionales. Su influencia y su prestigio personal hicieron que se convirtiera en el cisterciense más importante del siglo XII, pues, aun no siendo el fundador, sigue siendo todavía hoy el maestro espiritual de la orden.
Órdenes
En nuestros días, la orden cisterciense está formada por dos órdenes diferentes. La orden de la «Común Observancia» contaba en 1988 con más de 1.300 monjes y 1.500 monjas, repartidos respectivamente en 62 y 64 monasterios. La Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia, también llamada O.C.S.O., comprende hoy en día cerca de 2.000 monjes y 1.700 monjas, comúnmente llamados trapenses porque provienen de la reforma de la abadía de la Trapa, repartidos en 106 monasterios masculinos y 76 femeninos.[3] [4] Las dos órdenes cistercienses actualmente mantienen vínculos de colaboración entre ellas.
El hábito y el canto
Su hábito es túnica blanca y escapulario negro, retenida por un cinturón que se lleva por debajo; el hábito de coro es la tradicional cogulla monástica, de color blanco. De hecho, se los llamó en la Edad Media «monjes blancos», en oposición a los «monjes negros» que eran los benedictinos. También es frecuente la denominación «monjes bernardos» o simplemente «bernardos», por el impulso que dio a la orden Bernardo de Fontaine.
Aunque siguen la regla de san Benito, los cistercienses no son propiamente considerados como benedictinos. Fue en el IV Concilio de Letrán en 1215 cuando la palabra «benedictino» apareció para designar a los monjes que no pertenecían a ninguna orden centralizada,[5] por oposición a los cistercienses.
El canto gregoriano, componente importante del oficio monástico, no era ajeno a la búsqueda cisterciense de la autenticidad de la tradición monástica y el desposeimiento de las formas.